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Autora: Itzia Rangole, publicado originalmente aquí
Edición de estilo: Nadia A.
Autora: Itzia Rangole, publicado originalmente aquí
Edición de estilo: Nadia A.
Ante el vicio de las personas de usar mi cuerpo para descalificarme, tengo una respuesta:
Gorda es un adjetivo calificativo usado para “personas o animales que tienen una cantidad excesiva de grasa corporal”. Gorda es también el apelativo con el que se refieren a mí cada vez que quieren insultarme: Pasando por el recuerdo de la primaria cuando fui “gorda mantecosa”, hasta la actualidad, donde inmediatamente después de que una persona se siente ofendida por mí, me grita: “pinche gorda”.
Gorda. Soy una persona que tiene por propia voluntad y desidia un peso mayor a los 100 kilos. Nunca he sido delgada; desde los 17 años la báscula comenzó a señalar 4 dígitos cada vez que me pesaba: Comenzó en 101.3 y terminó en 135.7 kg. Me he sometido a 3 regímenes alimenticios que me han hecho perder 10, 15 y 25 kilos respectivamente; sus efectos duraron alrededor de un año antes de desvanecerse completa o parcialmente. Pasé la primaria siendo la última de la fila, la más ancha, la más alta. Curse la secundaria odiando educación física y ocultando mi cuerpo por medio de pantalones holgados y chamarras dos tallas mayor. En preparatoria adelgacé lo suficiente para comenzar a escuchar “lo bien que me veía” y lo “mucho que iba a cambiar mi vida”. En los 4 años de la universidad mi peso fluctuó desde la talla más grande que he alcanzado hasta la más pequeña.
El mundo me dejaba ser gorda a cambio de un peritaje que yo pagaba puntualmente: Podía comer siempre y cuando me avergonzara de qué y cómo comía; podía ser gorda siempre y cuando supiera que ser gorda está mal y bajara mi mirada deslumbrada por la bella y exquisita delgadez, la cual se tendría que convertir en el objetivo de mi vida. El mundo y yo estábamos bien con mi gordura hasta que se me ocurrió hacer algo sumamente controvertido y, a juzgar por las reacciones recibidas, severamente reprochable. Un día me mire al espejo y el breves atisbo de autoestima que tenía por fin tomó posesión de mi mente: Me sentí bonita pesando lo que peso, entonces empezó el problema.