Yo era una puberta gorda, recuerdo haberme sentido incómoda en la playa usando traje de baño, o usar ropa muy entallada, recuerdo haber usado un disfraz un halloween con leotardo y recibir burlas sobra como se notaba mi barriga. De adolescente me inscribí en varias clases de baile y natación, disfrutaba hacer mucho ejercicio y comencé a bajar mucho de peso, inintencionadamente pase de ser una persona gorda a ser una persona delgada. Y recuerdo que lo que escuchaba era que bien te ves, que bonita te has puesto, que linda se te ve la ropa. Cómo muchos, viví los efectos de la cultura de la dieta, donde bajar de peso hace que recibas atención positiva, con estas formas de reforzamiento, llegue a permitir que mi peso definiera mi cómodidad, mi estado de animo, mi percepción de belleza. Darse cuenta de este espejismo me ha permitido desvincular mi amor propio de los números de la báscula, y no contaminarme de prejuicios y odio a la gente con sobre peso.
La cultura de la dieta es un sistema de pensamiento en el cual la comida se convierte en un asunto de moral publica, dónde personas solo se permiten en ocasiones especiales la 'comida mala' (comida frita, comida con alto contenido de carbohidratos, dulces). En esta cultura uno es saludable dependiendo en su nivel de no-gordura, donde no estar en tu peso ideal se convierte en la más grave forma de fracaso personal. Una cultura donde perder peso hace que otras personas te feliciten, y que dentro de los parámetros de belleza del mercado, te vuelvas más atractivo.
La cultura de la dieta es agresiva, al estar sumergidos en ella nos lastimamos a nosotros mismos y a otros. El mismo lenguaje de esta cultura gira al rededor de herir: Quema calorías, corta la grasa, si no duele no sirve, dile adiós al hambre, desaparece los antojos, gana la guerra contra el sobre peso... Ya basta. Hay gente gorda. Esas personas podemos ser nosotros mismos, nuestra pareja, nuestros padres, nuestra mejor amiga, tu hermano, tu jefe, la persona que se sienta a tu lado en el camión... Acéptalos. Acéptate.
La aceptación de la gordura no se trata de evitar los temas de salud ya ampliamente conocidos asociados con el sobrepeso (diabetes tipo 2, hipertensión arterial, dolor crónico...), se trata de detener esta guerra contra las personas obesas, contra nuestro propio cuerpo. Aceptar no es rendirse, aceptar se trata de reconciliarse, de ver las verdaderas dimensiones del problema: Ser gordo es eso, gordo, no significa ser menos capaz, menos atractivo, menos inteligente, y no debe significar ser menos feliz.
Aceptar ser gordo no se trata de perpetuarlo, se trata de tener una mejor relación contigo mismo, de saber que mereces amor y respeto, de sentirte bien, de no permitir que afecte tu salud mental. Aceptar ser gordo es no esperar la validación de otros, es no querer cambiar par ser como deberíamos. Se trata de vivir feliz ya, independientemente de tu talla, de saber que tu cuerpo es suficiente para usar bikini en la playa, para ir al gym, para bailar o tener sexo. Tu cuerpo, así como esta merecer ser tratado con cuidado y cariño, decidas o no perder peso.